Thursday, August 31, 2006

Espectáculo


Me encontré de repente inmerso en una nube de oscuridad. Caminaba sin sentir el suelo bajo mis pies, sin ver nada frente a mi, a ciegas y sin atisbar ninguna salida. Durante unos angustiosos minutos no estaba en este mundo, avanzaba en las tinieblas. De repente entreví una luz al final. Me fui acercando a ella lentamente, con desconfianza. Poco a poco se fueron haciendo audibles las voces de la gente, como lejanas, amortiguadas. Entonces me encontré otra vez dentro de la caja-armario. El mago abrió la puerta y yo volví a ver a la gente del público, a oir los aplausos, las risas las exclamaciones de sorpresa.
Os aseguro que nunca más me ofreceré de voluntario en un espectáculo de magia.

Representante


Estaba bastante nervioso. En primer lugar porque hacía muy poco tiempo que se había convertido en portavoz de su grupo y era la primera vez que tomaba la palabra en la asamblea intergaláctica. En segundo lugar porque tenía miedo de que alguien notase lo que sentía frente a algunos de los representantes, de aspecto realmente repulsivo. Pero había llegado su turno. Se levantó de su asiento y se dirigió al estrado. Dió una rápida mirada al resto de representantes mientras pensaba que tenía un gran mérito haber conseguido que seres tan diferentes entre ellos hubieran llegado, como mínimo, a algunos puntos en común. Cogió el papel con una mano, se secó una gota de sudor que le caia por la frente con otra mano, y con la tercera se aproximó el micro a la boca de hablar.

Cambio de vida


Me llamo Jack Griffin son las nueve de la noche y acabo de llegar a casa después de un dia agotador. Me he servido una copa de Whisky y sentado en el sofá, intento relajarme un poco mientras escribo estas líneas. Quiero que sepan que he decidido dar un golpe de timón a mi vida. Para que se hagan una idea: esta mañana, para empezar, no me ha parado ningún taxi y he tenido que ir hasta el laboratorio donde trabajo, en autobús. No sé las veces que me han pisado en el maldito autobús. En el restaurante, a la hora de comer, no ha habido manera de que me sirvieran y he tenido que conformarme con un bocadillo de una máquina expendedora que por suerte he encontrado por la calle. Más tarde he quedado con mi novia pero no nos hemos llegado a encontrar. Además, últimamente no hace más que repetirme que no está segura de si le gusto. De vuelta a casa los perros no han parado de perseguirme y ladrarme en todo momento. La gente ni me saluda. Y cuando me dirijo a alguien, sale corriendo o me gira la cara. Ya no puedo más. Hoy he decidido dejar de tomarme el brebaje especial.
Estoy harto de ser el hombre invisible.

Cenicienta



Habían pasado muchos años pero todavía ahora, cuando pensaba en ello, no se lo podía creer. Sentada comodamente en el palacio, la reina se sorprendía otra vez de la suerte que había tenido de jovencita. Primero que los representantes del que en aquellos tiempos era el príncipe se emperraran en probar el zapato a todas las chicas del reino sin excepción, incluso a una criada como ella. Después que las hermanastras no consiguieran impedir que le probaran el zapato. Y todavía más: que el zapato fuera de su número. Pero sobretodo lo más sorprendente, lo que aun ahora le hacía dibujar una sonrisa al recordarlo, era que el príncipe se tragara el cuento que se inventó para explicar que fué ella la que perdió el zapato en la fiesta.

Jardinería


Tendría gracia si no fuera por lo angustioso de la situación. Pensaba en como había empezado su afición a la jardinería. En el dinero que había invertido en aquel invernadero y en las horas que le había dedicado. Pensaba en como había ido tratando las plantas cada vez con más cuidados, utilizando abonos cada vez mejores, cada vez más naturales. Como hablaba con las plantas y le parecía que le entendían, que incluso le contestaban, que le esperaban cada mañana cuando entraba a regarlas, podarlas o abonar la tierra. Poco a poco había ido creando ejemplares cada vez más sanos, más fuertes, sobretodo la enredadera, que había llegado a ser su más grande orgullo. Ahora todo se había convertido en una pesadilla.
Atrapado por los tobillos, inmovilizado por la cintura, notó como una rama flexible se le enrollaba por el cuello.

Policía


Des del dia que havia entrat a formar part del cos de policia només havia recollit èxits. Certament entrar-hi no havia estat fàcil. L’entrenament havia estat molt dur i molts altres companys que havien lluitat pel lloc no ho havien aconseguit. La majoria no havien donat la talla, no havien passat les proves o simplement els primers dies de feina, mentre estaven de prova, els seus superiors ja havien vist que no obtindrien resultats amb ells i havien estat descartats. Ell, però, havia estat diferent. Un crac, el número u de la seva promoció. L’havien destinat a l’aeroport i allà tothom confiava en ell. Se’n sentia orgullós. Llavors va sentir el seu nom. Va saltar obedient, va ensumar la maleta i va fer un lladruc sec. N’estava segur: aquella maleta contenia algun tipus d’explosiu plàstic.

Pacto Infernal



Ya desde muy jovencitos las diferencias entre ellos habían sido irreconciliables. Con el tiempo las envidias, las rivalidades y los enfrentamientos, los habían llevado a un odio casi animal. Desde hacía un tiempo, Joaquín había entrado en lo que se podría llamar una mala racha. Mientras Luis había ido alcanzando éxitos cada vez más importantes en todos los campos de la vida, él había iniciado un descenso sin fin. En tres meses había perdido el trabajo, le había dejado su mujer y se había adentrado por caminos cada vez más oscuros. Pero lo que no podía soportar, lo que le impedia conciliar el sueño, era la buena suerte de su amigo, y esta tarde había decidido vengarse. Tenía en sus manos un libro de magia negra que había adquirido en una librería del barrio antiguo. Había comprado el material necesario y se disponía a invocar al demonio. Hizo el dibujo con cera negra en el suelo, encendió las cinco velas y pronunció las palabras mágicas.
En unos instantes la bèstia se materializó.
–¿Puedo hacer algo a cambio de tu alma?– Dijo el demonio.
–Quiero que hagas daño a Luis, que le hagas fracasar en todo, que se acabe su buena suerte!– dijo Joaquín.
–Lo siento– añadió la bestia– hace tres meses que trabajo para él.

Cerca del pozo


Con doce o trece años no te impresionan mucho las advertencias de los adultos. Por más que nos explicaban, una y otra vez, la terrible historia de Oriol, el niño que se había ahogado al caer al pozo hacía unos años, nada podía impedir que alguno de nosotros propusiera el reto y toda la pandilla nos pusieramos en marcha hacia el pozo de la casa abandonada. Los últimos dias de agosto, cuando las tardes se iban acortando y el anochecer se nos tiraba encima cada vez más pronto, los cinco amigos nos reuniamos alrededor del pozo prohibido. Jugabamos a tocar y parar, a perseguirnos, explicabamos historias de miedo, reiamos y haciamos broma, hasta que alguien se daba cuenta de lo tarde que se había hecho y los cinco volvíamos a casa entre carreras y empujones. Hasta el 29 de agosto del 76, cuando sumergidos en las primeras sombras de la noche vimos como se acercaba aquel niño. Muy despacito, completamente mojado. Con los cabellos enredados, el ruido del agua en las zapatillas y una sonrisa en la cara.

Pareja cómica


No era su amigo. Habían trabajado juntos durante más de quince años pero Franky no era su amigo. No estaba dispuesto a aceptar sus propuestas. Continuarían con el espectáculo como siempre y si iban perdiendo público se separarían como pareja cómica y todo habría acabado. Que cada uno se buscara la vida por su cuenta. Faltaban pocos minutos para salir al escenario y su compañero no paraba de gritar y de echarle en cara que cada vez tuvieran menos audiencia. Pretendía que intercambiaran los papeles. Aseguraba que si fuera él quien escribiera los guiones volverían a tener el éxito que los acompañó en los inicios.
Él no lo aceptaba, nunca aceptaría una cosa así. Llamaron a la puerta del camerino para avisar-les de que había llegado el momento de salir. Cogió a Franky y le pasó la mano por dentro de la espalda.

Eres un fracasado, siempre lo serás, sin mi nunca habrías hecho nada!–dijo el muñeco.

El Último cuento




Hacía tiempo que la vieja Dolores, tal como se levantaba por la mañana, empezaba a inventar una nueva historia. En aquel pueblecito de montaña había pocas cosas que hacer, los dias eran largos y las horas inacabables. Cada dia se inventaba un cuento de miedo para explicarlo al anochecer, cuando la pandilla de niños se reunían atemorizados a la vera del fuego en su casa, a comer castañas y a oir sus historias de terror. Tenía fama de bruja, la vieja Dolores, que sabía curar enfermedades, que sabía adivinar el futuro, decían. Pero la verdad es que esperaba con toda la ilusión la hora en que llegaban los niños. Pensaba especialmente en la pequeña Mercedes, con aquellos ojos mágicos y aquella sonrisa que le fundía el corazón. Pero aquel dia de principios del otoño los niños no llegaron. Poco a poc habían ido creciendo, poco a poco habían ido cambiando sus preferencias. La vieja Dolores se sentó sola junto al fuego. Se le escapó una lágrima mientras se quedaba dormida, esperando a los niños, viendo la sonrisa de Mercedes, recordando la historia de hoy que ya nunca contaría.
Por la mañana nadie la pudo despertar.