Thursday, September 07, 2006

Bala de plata


Lo más dificil de hacer una bala de plata no es aprender la técnica para conseguirlo. Esto es relativamente fácil encontrarlo en Internet. Lo más difícil es creer que hacer una bala de plata puede servir para algo. Que una bala de plata puede ser la solución a todos los problemas. John Macnamara tardo mucho en darse cuenta, pero finalmente llegó a esta clarificadora conclusión. Sentado frente a la mesa de su garage, bajo la potente luz del flexo, derramó la plata fundida en el molde que le daría la forma deseada. Unos minutos después, una vez el objeto estuvo frio, cargo la pistola, miró por un instante la luna por la ventana y se acercó el arma a la boca. Su último pensamiento lo dedicó a aquella nueva luna llena, en que el barrio quedaría por fín tranquilo.

Vacaciones compartidas


Las discusiones entre Óscar i su hermano Jorge eran cada dia más violentas. Desde que abandonaron la casa de sus padres y se decidieron a vivir en un piso compartido no paraban de discutir por cualquier cosa. Pero con la llegada del verano, cuando se planteaba el tema de las vacaciones , la bronca podía adquirir proporciones gigantescas. Óscar, partidario de ir a la playa, no pensaba ceder ni un centímetro delante de su hermano, que se dejaría matar antes de passar el verano lejos de la fresca de la montaña. A ver quien chillaba más, a ver quien era el que siempre tenía que ceder. Los gritos se oian por toda la escalera, por todo el barrio. Esta vez incluso llegaron a la agresión física. Aunque, al final, lo sabían muy bién, tendrían que llegar a un acuerdo: como buenos hermanos, como buenos hermanos siameses.

Vacaciones paradisíacas


Se levantó tarde. Cogió un par de piezas de fruta i se dirigió directamente a la playa. Bajo el calor del sol, tumbado en la arena muy cerca del mar, no pudo evitar pensar en todos los años que había deseado unas vacaciones como aquellas. Tiempo libre, horas para perder tomando el sol, tranquilidad y paz tras largos años de trabajo estresante. Dias enteros para dedicarse a si mismo. Recordó todas las ocasiones en que había soñado escapar de todo y pasar una larga temporada en un rincón paradisíaco como este. Lentamente se incorporó un poco sobre la arena y mordió una de las frutas. El sol picaba y decidió retirarse un poco a la sombra de la palmera. Entonces se le escapó una làgrima mientras pensaba que ya estaba bién, que llevaba ya tres años en aquella isla. Que se volvería loco si no lo rescataban pronto.

El último dia

Solo llegar al trabajo se dió cuenta de que algo no iba bién. Asomó la cabeza por la puerta del despacho de la secretaria y vió que estaba hablando por telefono. La chica intentaba calmar a alguien al otro lado del hilo y él enseguida supo que se trataba de su mujer. Algo horrible había sucedido en su casa. No esperó ninguna explicación. Se precipitó a la calle y empezó a correr hacia su casa. Intentó coger un taxi pero ninguno le paró. Sudado y casi sin aliento subió las escaleras y entró en el piso topando con las paredes. De repente lo vió claro: su mujer estaba de pie al lado de la cama y abrazaba a sus hijos. Los tres lloraban viendo como el médico firmaba el acta de defunción. Era una sensación muy extraña, peró no se sorprendió al ver su propio cadaver tendido sobre la cama.

Esfuerzo Sobrehumano


En su estado cualquier esfuerzo era sobrehumano. Se sentía totalmente sin fuerzas. Ni tan solo podía desplazarse por la habitación y el mero hecho de pensar en alargar la mano y mover el vaso le parecía una empresa imposible. Aun así, se concentró profundamente e hizo un último intento: el vaso se desplazó unos centímetros. Un poquito más, solo unos centímetros más y conseguiría contestar que sí a la pregunta. Este movimiento insignificante fué bastante para alegrar a los participantes en la mesa de la ouija y para animarle a él a intentarlo una vez más. Un poquito más, solo un poquito más de esfuerzo y conseguiria comunicarse con los vivos.

Accidente


El accidente fué muy aparatoso. Las dos piernas rotas y la clavícula fuera de sitio, además de contusiones generalizadas, heridas por todas partes y sobretodo el traumatismo craneal que le había mantenido dos meses en observación en el hospital. Dos meses de soledad en que prácticamente solo había hablado con Laura, su novia. Cada tarde la chica llegaba a la habitación y se sentaba al lado de la cama para conversar, para escucharlo, más que nada. Dos meses de tardes haciendo planes y recordando anécdotas. Hoy, porfín, le darían el alta. El médico entró i le miró seriamente. Él lo intuyó enseguida. El doctor le dijo que ahora ya estaba bién, que tenía que afrontar una nueva vida y que podía dar gracias a Dios por haber salido de esta, que la Laura no había tenido tanta suerte como el, que se había roto el cuello, allí mismo, en la calle, al lado de la moto.

Dias de lluvia


Los dias de lluvia durante el verano, en el Parque del Litoral, en un pueblecito de la costa, solamente se puede ver a la señora Rosa. Sentada en un banco, deja que las lágrimas se mezclen con la lluvia. Recuerda los dias en que de jovencita tenía la costumbre de venir aquí con Manuel, su hijo, a jugar en este mismo lugar. Se sentaba a hacer media en este mismo banco mientras el crio se entretenía a pocos metros de ella. Revive aquel dia en que se preparaba una tempestad de verano. Que comenzaron a caer gotas y que al levantar la vista para decirle a Manuel que tenían que irse solo vió los juguetes esparcidos a su alrededor. Por más que rastrearon la zona, por más que buscaron por todas partes el niño no apareció nunca más. Han pasado treinta y cinco años y la señora Rosa vuelve cada dia de lluvia al mismo lugar. Dice que entre el ruido del agua que cae oye la voz, las risas de su hijito jugando muy cerca de ella.

Wednesday, September 06, 2006

Inteligente


No recordaba exactamente cuando se le había despertado la capacidad de razonar, pero desde el primer momento intuyó el peligro que podía supones dejar que se descubriera que era inteligente. Con el tiempo, después de muchas horas solo con sus pensamientos, fué encontrando explicaciones a las cosas. Ahora el humano se le acercó y le extrajo la parte de arriba, como hacía cada mañana. Pensó que un dia quizá podría intentar comunicarse con el, pero rapidamente descartó esa posibilidad por demasiado peligrosa. Se trataba solo de sobrevivir, así que cuando el humano le introdijo la manzana en el recipiente de la cabeza, él se limitó, como cada dia, a licuarla.

Vampiros


Claro que le gustaban las películas de vampiros, se podía pasar el dia entero en casa viendo una peli tras otra. Las encontraba fascinantes. Sobretodo las de la Universal en blanco y negro con Bela Lugosi siempre tan elegante. Pero era precisamente esto lo que le ponía nervioso de los vampiros del cine, esta elegancia, aquellos trajes tan bién puestos, las corbatas siempre en su sitio. Eran las 11 de la noche cuando apagó el DVD. Se arregló como pudo y salió a la calle a buscar su víctima diaria. Vió una chica solitaria unas calles más allá. Antes de precipitarse sobre ella todavía volvió a pensar en los elegantes vampiros del cine. Era absurdo! ¿Cómo podían ir tan arreglados si los vampiros no se ven reflejados en los espejos?

Batraciofobia


Tengo una horrible mania con las ranas. Desde pequeña no las puedo ver, a las ranas. Solo pensar que puede haber alguna cerca huyo como una exhalación. En el momento en que oigo el croar, aunque sea lejano, empiezo a temblar y ya no se ni donde estoy. Seguramente muchos de vosotros sentireis asco ante las ratas o las serpientes. A mi no es que me gusten las ratas y las serpientes, pero lo que más me preocupa son las ranas. Quiza penseis que es una fobia, que debería ir al siquiatra a que me examinara, verdad? Batraciofobia, me parece que lo llaman. Pero no creo que sirva de nada. Vosotros no lo podeis comprender, sois de otra manera. La mayoría de vosotros seguro que no sois moscas.

Ejercicio


La verdad, el ejercicio no es tan dificil como se podia pensar. Azul con azul. El triángulo al hueco del triángulo. El cubo al hueco del cubo. Espera, ahora el verde con el verde i la bola blanca en el agujero redondo blanco. Así, ya está! Magnífico, ahora un pitido y se abre la trampilla y sale el plátano. El ejercicio no es muy complicado cuando le coges el tranquillo. Ahora el humano anota los resultados en la libreta y me deja tranquilo un ratito para que me pueda comer el plátano. Habría que ver si él sería capaz de subirse al neumático que cuelga del techo y dar tres vueltas completas cogido solo con un pie y comiendo un plátano

La Criatura


No se podía negar que su creador había hecho un buen trabajo. Andaba, se movía i vivía como los demás humanos. Había aprendido a hablar y a pensar. Incluso, si no se fijaban mucho en su extraño aspecto, podía ser que lo aceptasen como un miembro más de la sociedad. Pero todo esto no era suficiente. Se encaminó decidido hacia la casa de su creador para pedirle explicaciones: ¿Por qué lo había creado? ¿Qué se esperaba de él? ¿Podría disfrutar del amor? ¿Podría algún dia contar con una compañera? ¿Para qué había venido al mundo? Miles de preguntas, de exigencias se le acumulaban en la mente. Llamó fuertemente a la puerta, indignado, temeroso a la vez. La puerta se abrió lentamente y frente a él apareció la sonrisa de Geppetto.

Noviazgo


Ella lo vió de lejos, sentado al pie de un arbol del camino. Se abrazaron sin tan solo intercambiar una palabra. Se apartaron hasta un claro del bosque, un poco apartado del camino y hecharon el polvete de su vida. Como siempre que se encontraban desde hacía tres meses, el tiempo que hacía que salian juntos en secreto. Al acabar se dieron otro largo beso y quedaron que ella lo avisaría por el movil cuando se pudiera volver a escapar del control de su madre. Se limpió las hierbas del vestido y del pelo, cogió su cesto, se puso la capucha y continuó su camino. Se había hecho tarde, pero no era ningún problema. Siempre le podía decir a su abuela que se había encontrado con el lobo y que este le había indicado un camino equivocado. Són tan ingeniuos los adultos.

Tuesday, September 05, 2006

Un dia claro


Se tenía que ser decidido. Cogió de la mano a su hijo de 5 años y subió al último piso del Empire State. Era un dia claro y sin apenas viento, un domingo soleado del mes de mayo. Salió a la azotea, cogió al niño y lo lanzó por encima de la barandilla. Después se asomó a ver lo que hacía. El niño cayó libremente unos cien metros y después hizo un giro y comenzó a volar hacia arriba. Entonces él dió un grito de alegria, se quitó el sombrero y se lanzó también al vacío. Volaron durante tres o cuatro minutos dando volteretas y giros entre gritos i caracajadas. Después salieron disparados hacia su casa. Lois les esperaba en el balcón. Les había preparado su plato preferido.

Isla desierta


Al principio pensó que estaba de suerte. Sobrevivir al naufrágio y terminar en una isla desierta junto a cinco personas jovenes era una suerte para un vampiro como el. Los primeros meses lo había llevado muy bién. Se levantaba a media noche y elegía una víctima para alimentarse. Aquello era un paraiso. Pero ahora habían pasado dos años y las cosas habían cambiado mucho. A pesar del cuidado que había tenido, con el tiempo los otros cinco habían muerto.
Escondido entre unos arbustos tuvo el tiempo justo de intuir la sombra que se le venía encima. Todos contra todos, la isla se había convertido en un infierno.

Mayoría


Por fín eran mayoria. Desde que 30 años antes, en el 2123, consiguieron el derecho de voto, habían trabajado sin descanso para conseguir un triunfo como éste. Una vez contados todos los votos el resultado era inapelable. Tenían mayoría absoluta. Las cosas empezarían a cambiar. La fiesta estalló en las calles mientras los humanos quedaban recluidos en sus casas, atemorizados, arrepentidos porquè nunca debían haberles dejado votar. Ahora, todo el mundo lo sabía, lo primero que harían una vez constituido el gobierno, sería abolir las Tres Leyes de la Robótica. Con los robots en el poder, las cosas se ponían realmente malas para los humanos.

Explosivo


Tantos años trabajando duramente en el laboratorio de la empresa química no le habian impedido hacer sus propios experimentos. Había conseguido crear el Explofat. Un polvo de aspecto muy parecido a la arena que explotava al más mínimo contacto con el agua. Cargado con la mochila se disponía a realizar la primera entrega a un grupo armado con el que había contactado por internet. Le pagaban un dineral por los primeros tres kilos de explosivo y no corría ningún riesgo porqué él era el único que conocía la fórmula y los terroristas, quando vieran los resultados, no dudarían en comprarle mucho más. Estaba seguro. Solo con la cantidad que llevaba encima podían hacer volar un destructor, un puerto entero lleno de barcos. Avanzó un poco más y salío a un descampado. Una vez cruzado llegaría al punto de encuentro con los compradores. Entonces oyó el ruido. Un trueno terrible, como si el cielo se partiera en mil trozos.
Tuvo el tiempo justo de ver caer las primeras gotas.

Monday, September 04, 2006

Dia de suerte

Había dado dos o tres vueltas de campana, antes de que el coche se detuviera contra un árbol. Pero había tenido suerte. No se había roto nada, no le dolía nada, aparte del pie, que lo tenía atrapado entre los hierros del coche. Comenzó a pensar en lo que ocurriría ahora. Estaba oscureciendo. Su mujer no tradaría en dar la voz de alarma al ver que no llegaba y empezarían a buscar. Quizá no lo encontrarían esta misma noche, el coche había quedado apartado de la carretera y se necesitaría la luz del dia para verlo, pero incluso en esto había tenido suerte. Nadie muere por pasar una noche del mes de julio a la intemperie. Todavía más suerte: Justo a su lado había ido a parar una botella de refresco que le permitía ir dando algún trago de vez en cuando, y una manta que llevaba siempre en le coche también había quedado a su alcance. Solo era qúestión de esperar. Se relajó y una vez más sonrió al saberse tan afortunado. De repente oyó un ruido. Giró la cabeza y vió aquellos ojos amarillos, aquellos dientes blancos. Detras de él habían dos o tres más. Era un dia de suerte...para los lobos.

La partida


Estaba seguro de que podía ganar en dos o tres jugadas. Su oponente tenía la dama desprotegida y había perdido los dos álfiles. No tendría ninguna dificultad en hacerle un jaque fulminante. Realmente no tenía enfrente un rival especialmente hábil, aunque pensaba muy bién los movimientos y sonreía ampliamente de vez en cuando. La partida tenía lugar en un teatro y era agradable ver al público que no podía evitar hacer comentarios a pesar de que se rogaba silencio. El jugador se dejó matar una torre y perdonó el caballo de su oponente. Tampoco se trataba de acabar demasiado pronto la partida. Se estaba muy bién allí, rodeado de gente y el autómata no tenía ninguna prisa por volver a la caja de vidrio, detrás de las cortinas.

Embarazo


Lo más importante ya lo había conseguido, finalmente había quedado embarazada. Después de años de pruebas e intentos fallidos, tendría un hijo. Pero ahora lo más importante era que nadie descubriera su estado. Si podía esconder su gestación durante los dos meses que calculaba que podía durar, seguramente pasaría el peligro y podría hacer pública la notícia. Escondida en el almacén, entre viejas máquinas y aparatos inservibles, la hembra esperaba la visita diaria de su compañero. El Nexus-6 entró después de asegurarse de que nadie le había seguido. Se dirigió hacia ella y la acarició en un circuito externo. La Tyrell-R2 emitió un silbido, que él interpretó como una sonrisa.

Sitio


Dos hombres ya habían caido entre las pinzas de los robots-oruga. Los otros dos estaban prácticamente extenuados después de siete dias de huida desesperada por el desolado asteroide. Los robots- oruga de combate, lenta pero implacablemente, iban ganando el terreno que los hombres perdían durante las inevitables horas de sueño. El teniente había contado más de 75 máquinas asesinas pisandoles los talones. De pronto vieron la pirámide Akkar. A unos 3 kilómetros en la linea del horizonte. Los dos hombres llegaron con un último esfuerzo y subieron los 14 escalones. Contactaron con la aeronave y les indicaron su posición. Todavía tardarían dos dias en llegar el rescate, les dijeron. Havía contado mal, ahora, desde la altura, vieron más de cien robots-oruga que se arremolinaban al pie de la pirámide. Más de doscientas pizas asesinasamenazandoles. El teniente puso el comunicador en función de juego y se dispuso a hacer unas partiditas, él prefirió hechar un sueñecito. Por suerte, los robots-oruga eran incapaces de subir escaleras.

Amor prohibido


No tenían ninguna duda de que las familias de cada uno de ellos desaprovarían su relación. Diferencias de clase, como en tantos otros casos de amor prohibido. A saber que les harían si los pillaban juntos. Ella de una buena familia, él casi sin familia, de los que viven por su cuenta, un día aquí, otro día allá. Por eso siempre que quedaban lo hacían lejos de su barrio. Esta vez lo hicieron en un jardín de una casa desocupada, a las afueras del pueblo. Hicieron el amor como cada vez que se encontraban desde hacía dos meses. Después ella se fué con el paso elegante de los de buena familia. El se espero a verla marchar, se giró i meó unas gotitas en un árbol, allí mismo, y aún unas gotitas más en una farola, al final de la calle.

Reunión


No fué una reunión multitudinaria como lo había sido la anterior, hacía unos doscientos años. Como conseqüencia de la crisis los miembros de la comunidad eran cada vez más escasos. Ella había llegado dejandose llevar por la brisa del anochecer, sin prisas. De muy lejos ya vislumbró el resplandor de la Gran Roca. Llegó justo cuando la Reina tomaba la palabra. Les habló de peligros, de prudencia, de la necesidad de permanecer escondidos. Les dijo que no salieran nunca del bosque y que sobretodo evitaran salir en la fotos. Después cantaron y bebieron hasta que aparecieron las primeras luces del alba. Fué la última reunión, justo antes de la Gran Guerra. Dos semanas después todavía se podía ver el brillo mágico en la Gran Roca. Pero poco a poco, con la lluvia, con el tiempo, se fueron desvaneciendo los efectos del polvo de las últimas hadas.

El último


El último hombre sobre la tierra estaba sentado en el sofà de su casa. Hacía dos años que había dejado de preguntarse porqué fue él el único en sobrevivir al virus. Seguramente debía tener un sistema inmunológico excepcional, quien sabe. Después de la gran epidemia, superados los primeros dias de confusión y una vez se acostumbró a ser el único, la vida se había convertido en una rutina sencilla y sin demasiados esfuerzos. No hacía mucho rato que, como cada mañana, había salido a buscar víveres y los había dejado encima de la mesa. Ahora descansaba antes de poner cada cosa en su sitio. De repente oyó un ruido en la cocina. Se levantó con cautela: no se oian muchos ruidos desde que la ciudad había quedado prácticamente desierta. Asomó la cabeza por la puerta y vió a su mujer trajinando con los platos del desayuno.
–Creia que aún dormias–dijo él–¿Todavía no se han despertado las niñas?.

Perdido


Se sentó en un rincón a la sombra. Un rincón como tantos otros en los que se había sentado a descansar en un momento u otro de los últimos tres dias. Sabía que la orientación no era lo suyo. Nunca debía haberse atrevido a entrar solo. En cuanto llevaba andando un cuarto de hora ya supo que se había perdido. Al principio todavía iba viendo gente que paseaba despreocupada, però ahora ya hacía horas, quizá más de un dia que no veia a nadie.
Le daba vergüenza ponerse a gritar pero sabía que tarde o temprano lo tendría que hacer. Estaba aterrorizado, tenía hambre y sed y las piernas ya no le obedecían. Durmio un ratito, se despertó y siguió adelante, dando tumbos como un borracho, apoyandose en las paredes de ciprés recortado, intentando encontrar la salida del maldito parque del laberinto.

Invasión



Una raza de asesinos implacables llegados de un rincón lejano de la galaxia hicieron aterrizar sus naves en la cara oculta de la Luna. Más de 300.000 naves gigantescas preparadas para la invasión. Necesitaban el planeta para expandirse. Atacaron por sorpresa. Primero con virus que acabaron con la mayoría de humanos, después con el enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Uno por uno fueron matando a los que eran inmunes o se habían salvado de las enfermedades. En seis dias la invasión era total y el séptimo dia el exterminio de la raza humana era un hecho. Poco a poco los invasores fueron integrandose al ecosistema, crecieron, se multiplicaron y ocuparon hasta los rincones mas apartados de la Tierra. Los asesinos cogieron las riendas del planeta y lo hicieron suyo. De todo esto hace ahora unos 3,5 millones de años.

Lámpara maravillosa


Hacía una semana que había encontrado la lámpara medio enterrada en un rincón del jardín de su casa. No la había limpiado, ni mucho menos la había frotado. Dedicó toda la semana a investigar sobre el tema de los genios, en la biblioteca y por internet. No quería hacer el ridículo como tantos protagonistas de chistes y historietas de genios. Ahora sabía que los genios solo conceden un deseo y que se les ha de tratar con mucho tacto porque son muy susceptibles y siempre están dispuestos a hacerles alguna mala pasada a los mortales. Lo tenía claro: su deseo sería que quería 10 deseos. Después pediria nueve y el décimo sería tener diez deseos más! Se acomodó en la butaca y frotó la lámpara con mucho cuidado con un paño limpio. No tardó mucho en ver salir un humo blanquecino. Poco a poco fue cogiendo forma hasta que enfrente de él se materializó un hombretón de aspecto oriental.
–Que tengas un buen dia, amo! Te puedo conceder un deseo–dijo el genio.
–Que tengas un buen dia, genio! Mi deseo es que...
El genio no le dejó acabar. Se metió de nuevo en la lámpara maravillosa y se dispuso a pasar un dia inolvidable.

Friday, September 01, 2006

El camino del cementerio


Ya hace tiempo que los dos chicos, al atardecer, acostumbran a esconderse por el camino del cementerio. Saltan, corren y juegan. Detras de un árbol, entre los matorrales, se entretienen asustando a los últimos paseantes cuando se retiran a sus casas antes de que oscurezca. Son sustos sin importancia, sin maldad. Imitan el lúgubre aullido del lobo, estiran el vestido de una señora que pasa cerca de ellos o hacen una horrible mueca y sueltan una carcajada. Eso si, antes de que salga el sol, cuando comienza a puntear el alba, los dos chicos saltan la valla del cementerio, se adentran en las últimas sombras de la noche y vuelven cada uno a su nicho, entre risas y carreras, sin malícia, sin perversidad.

Toda una vida


Es verdad aquello que siempre se ha dicho de que antes de morir te pasa toda la vida por delante. Ella lo estaba experimentando percisamente en aquellos momentos. Tantos años ayudando a la gente, sobretodo a las mujeres. Ayudandolas a abortar cuando habían sido víctimas de salvajes violaciones. Ayudandolas a encontrar marido para que encontrasen alguna protección y dejasen de trabajar como esclavas. Ayudandolas en los partos, tantas veces mortales. Todos aquellos años intentando curar enfermedades para las que no se conocía remedio. Pero también había disfrutado de momentos de alegría, allá en lo más recóndito del bosque, por la noche, con sus compañeras, todas mujeres fuertes con ganas de enfrentarse a un mundo hostil, que las tenía marginadas. Un mundo primitivo y oscuro que no entendía, que no quería entender, nada de todo esto. Toda la vida le pasó por delante de los ojos en unos instantes, justo antes de que el hombre acercase la antorcha a la hoguera y el calor lo borrase todo.

El pantano


Estaba pescando como cada tarde en un rincón sombrio y escondido cuando oyó el primer ruido sospechoso. Acostumbrado a la vida en solitario, hacía muchos años que era capaz de identificar cualquier animal, cualquier habitante del lago sin ni tan solo tener que verlo, solo con oir sus pasos. Podía adivinar que estaba pasando bajo el agua solo por el cambio en la tonalidad de la superficie. Había muy pocas cosas que le asustasen, pero esta vez se puso en guardia. Había intuido una amenaza real. A unos doscientos metros, en un lugar que parecía una playa, un grupo de jovenes había plantado una tienda de campaña y comenzaba a hacer jaleo. La radio sonaba con voz atronadora. Cogió las cuatro carpas que había conseguido atrapar, se dió impulso con la cola y desapareció bajo las verdes y oscuras aguas. Los primeros turistas habían llegado, también aquí, a la Laguna Negra.

Afortunado


Siempre había sido un tipo afortunado. Todo en la vida le había ido bién. Había estudiado lo que le gustaba y una vez acabada la carrera había encontrado trabajo en tan solo una semana. Un trabajo muy bién pagado y que le hacía levantarse cada dia con ilusión. Tenía buenos amigos, incluso enntre los compañeros de la empresa. Se había casado con una chica maravilloso y tenía dos hijos sanos y preciosos. Las pocas veces que había participado en juegos de azar siempre había ganado algo. Además, aquella mañana, había encontrado un trébol de cuatro hojas y esto le había decidido a comprar un número de la lotería. Esta semana había un bote de más de tres millones de euros. A la mañana siguiente fué a comprobar el sorteo. Efectivamente, aunque él no lo sabía, continuaba siendo un hombre afortunado: el premio no le había tocado.

La cita


Era evidente que estaba nervioso. Hoy era el dia de la cita definitiva, una espléndida mañana de la primavera de 1976. Hacía unos dos meses, la misma tarde en que se conocieron gracias a un viaje de esos a los que ella era tan aficionada, los dos supieron que tenían que estar juntos. Después de diversas citas había llegado la hora de la verdad. Ahora el chico se sentó en un banco de la plaza donde se habían visto por primera vez y se dispuso a esperarla. Tenía dudas, no se puede negar. El paso era mucho más importante para ella que para él y por un instante pensó que quizá no se presentaría, que no habría tenido valor para romper con todo. Entonces, en el minuto exacto en que habían quedado, vió como se materializaba frente a él la máquina del tiempo, como se habría la puerta y como salía ella con aquella sonrisa. Se abrazaron muy fuerte. Ahora ya estaban juntos, esta vez para siempre.