Thursday, September 07, 2006
Vacaciones compartidas
Vacaciones paradisíacas
Se levantó tarde. Cogió un par de piezas de fruta i se dirigió directamente a la playa. Bajo el calor del sol, tumbado en la arena muy cerca del mar, no pudo evitar pensar en todos los años que había deseado unas vacaciones como aquellas. Tiempo libre, horas para perder tomando el sol, tranquilidad y paz tras largos años de trabajo estresante. Dias enteros para dedicarse a si mismo. Recordó todas las ocasiones en que había soñado escapar de todo y pasar una larga temporada en un rincón paradisíaco como este. Lentamente se incorporó un poco sobre la arena y mordió una de las frutas. El sol picaba y decidió retirarse un poco a la sombra de la palmera. Entonces se le escapó una làgrima mientras pensaba que ya estaba bién, que llevaba ya tres años en aquella isla. Que se volvería loco si no lo rescataban pronto.
El último dia
Esfuerzo Sobrehumano
En su estado cualquier esfuerzo era sobrehumano. Se sentía totalmente sin fuerzas. Ni tan solo podía desplazarse por la habitación y el mero hecho de pensar en alargar la mano y mover el vaso le parecía una empresa imposible. Aun así, se concentró profundamente e hizo un último intento: el vaso se desplazó unos centímetros. Un poquito más, solo unos centímetros más y conseguiría contestar que sí a la pregunta. Este movimiento insignificante fué bastante para alegrar a los participantes en la mesa de la ouija y para animarle a él a intentarlo una vez más. Un poquito más, solo un poquito más de esfuerzo y conseguiria comunicarse con los vivos.
Accidente
Dias de lluvia
Los dias de lluvia durante el verano, en el Parque del Litoral, en un pueblecito de la costa, solamente se puede ver a la señora Rosa. Sentada en un banco, deja que las lágrimas se mezclen con la lluvia. Recuerda los dias en que de jovencita tenía la costumbre de venir aquí con Manuel, su hijo, a jugar en este mismo lugar. Se sentaba a hacer media en este mismo banco mientras el crio se entretenía a pocos metros de ella. Revive aquel dia en que se preparaba una tempestad de verano. Que comenzaron a caer gotas y que al levantar la vista para decirle a Manuel que tenían que irse solo vió los juguetes esparcidos a su alrededor. Por más que rastrearon la zona, por más que buscaron por todas partes el niño no apareció nunca más. Han pasado treinta y cinco años y la señora Rosa vuelve cada dia de lluvia al mismo lugar. Dice que entre el ruido del agua que cae oye la voz, las risas de su hijito jugando muy cerca de ella.
Wednesday, September 06, 2006
Inteligente
Vampiros
Claro que le gustaban las películas de vampiros, se podía pasar el dia entero en casa viendo una peli tras otra. Las encontraba fascinantes. Sobretodo las de la Universal en blanco y negro con Bela Lugosi siempre tan elegante. Pero era precisamente esto lo que le ponía nervioso de los vampiros del cine, esta elegancia, aquellos trajes tan bién puestos, las corbatas siempre en su sitio. Eran las 11 de la noche cuando apagó el DVD. Se arregló como pudo y salió a la calle a buscar su víctima diaria. Vió una chica solitaria unas calles más allá. Antes de precipitarse sobre ella todavía volvió a pensar en los elegantes vampiros del cine. Era absurdo! ¿Cómo podían ir tan arreglados si los vampiros no se ven reflejados en los espejos?
Batraciofobia
Ejercicio
La Criatura
No se podía negar que su creador había hecho un buen trabajo. Andaba, se movía i vivía como los demás humanos. Había aprendido a hablar y a pensar. Incluso, si no se fijaban mucho en su extraño aspecto, podía ser que lo aceptasen como un miembro más de la sociedad. Pero todo esto no era suficiente. Se encaminó decidido hacia la casa de su creador para pedirle explicaciones: ¿Por qué lo había creado? ¿Qué se esperaba de él? ¿Podría disfrutar del amor? ¿Podría algún dia contar con una compañera? ¿Para qué había venido al mundo? Miles de preguntas, de exigencias se le acumulaban en la mente. Llamó fuertemente a la puerta, indignado, temeroso a la vez. La puerta se abrió lentamente y frente a él apareció la sonrisa de Geppetto.
Noviazgo
Tuesday, September 05, 2006
Un dia claro
Se tenía que ser decidido. Cogió de la mano a su hijo de 5 años y subió al último piso del Empire State. Era un dia claro y sin apenas viento, un domingo soleado del mes de mayo. Salió a la azotea, cogió al niño y lo lanzó por encima de la barandilla. Después se asomó a ver lo que hacía. El niño cayó libremente unos cien metros y después hizo un giro y comenzó a volar hacia arriba. Entonces él dió un grito de alegria, se quitó el sombrero y se lanzó también al vacío. Volaron durante tres o cuatro minutos dando volteretas y giros entre gritos i caracajadas. Después salieron disparados hacia su casa. Lois les esperaba en el balcón. Les había preparado su plato preferido.
Isla desierta
Escondido entre unos arbustos tuvo el tiempo justo de intuir la sombra que se le venía encima. Todos contra todos, la isla se había convertido en un infierno.
Mayoría
Por fín eran mayoria. Desde que 30 años antes, en el 2123, consiguieron el derecho de voto, habían trabajado sin descanso para conseguir un triunfo como éste. Una vez contados todos los votos el resultado era inapelable. Tenían mayoría absoluta. Las cosas empezarían a cambiar. La fiesta estalló en las calles mientras los humanos quedaban recluidos en sus casas, atemorizados, arrepentidos porquè nunca debían haberles dejado votar. Ahora, todo el mundo lo sabía, lo primero que harían una vez constituido el gobierno, sería abolir las Tres Leyes de la Robótica. Con los robots en el poder, las cosas se ponían realmente malas para los humanos.
Explosivo
Tuvo el tiempo justo de ver caer las primeras gotas.
Monday, September 04, 2006
Dia de suerte
Había dado dos o tres vueltas de campana, antes de que el coche se detuviera contra un árbol. Pero había tenido suerte. No se había roto nada, no le dolía nada, aparte del pie, que lo tenía atrapado entre los hierros del coche. Comenzó a pensar en lo que ocurriría ahora. Estaba oscureciendo. Su mujer no tradaría en dar la voz de alarma al ver que no llegaba y empezarían a buscar. Quizá no lo encontrarían esta misma noche, el coche había quedado apartado de la carretera y se necesitaría la luz del dia para verlo, pero incluso en esto había tenido suerte. Nadie muere por pasar una noche del mes de julio a la intemperie. Todavía más suerte: Justo a su lado había ido a parar una botella de refresco que le permitía ir dando algún trago de vez en cuando, y una manta que llevaba siempre en le coche también había quedado a su alcance. Solo era qúestión de esperar. Se relajó y una vez más sonrió al saberse tan afortunado. De repente oyó un ruido. Giró la cabeza y vió aquellos ojos amarillos, aquellos dientes blancos. Detras de él habían dos o tres más. Era un dia de suerte...para los lobos.
La partida
Estaba seguro de que podía ganar en dos o tres jugadas. Su oponente tenía la dama desprotegida y había perdido los dos álfiles. No tendría ninguna dificultad en hacerle un jaque fulminante. Realmente no tenía enfrente un rival especialmente hábil, aunque pensaba muy bién los movimientos y sonreía ampliamente de vez en cuando. La partida tenía lugar en un teatro y era agradable ver al público que no podía evitar hacer comentarios a pesar de que se rogaba silencio. El jugador se dejó matar una torre y perdonó el caballo de su oponente. Tampoco se trataba de acabar demasiado pronto la partida. Se estaba muy bién allí, rodeado de gente y el autómata no tenía ninguna prisa por volver a la caja de vidrio, detrás de las cortinas.
Embarazo
Sitio
Amor prohibido
No tenían ninguna duda de que las familias de cada uno de ellos desaprovarían su relación. Diferencias de clase, como en tantos otros casos de amor prohibido. A saber que les harían si los pillaban juntos. Ella de una buena familia, él casi sin familia, de los que viven por su cuenta, un día aquí, otro día allá. Por eso siempre que quedaban lo hacían lejos de su barrio. Esta vez lo hicieron en un jardín de una casa desocupada, a las afueras del pueblo. Hicieron el amor como cada vez que se encontraban desde hacía dos meses. Después ella se fué con el paso elegante de los de buena familia. El se espero a verla marchar, se giró i meó unas gotitas en un árbol, allí mismo, y aún unas gotitas más en una farola, al final de la calle.
Reunión
El último
–Creia que aún dormias–dijo él–¿Todavía no se han despertado las niñas?.
Perdido
Se sentó en un rincón a la sombra. Un rincón como tantos otros en los que se había sentado a descansar en un momento u otro de los últimos tres dias. Sabía que la orientación no era lo suyo. Nunca debía haberse atrevido a entrar solo. En cuanto llevaba andando un cuarto de hora ya supo que se había perdido. Al principio todavía iba viendo gente que paseaba despreocupada, però ahora ya hacía horas, quizá más de un dia que no veia a nadie.
Le daba vergüenza ponerse a gritar pero sabía que tarde o temprano lo tendría que hacer. Estaba aterrorizado, tenía hambre y sed y las piernas ya no le obedecían. Durmio un ratito, se despertó y siguió adelante, dando tumbos como un borracho, apoyandose en las paredes de ciprés recortado, intentando encontrar la salida del maldito parque del laberinto.
Invasión
Lámpara maravillosa
Hacía una semana que había encontrado la lámpara medio enterrada en un rincón del jardín de su casa. No la había limpiado, ni mucho menos la había frotado. Dedicó toda la semana a investigar sobre el tema de los genios, en la biblioteca y por internet. No quería hacer el ridículo como tantos protagonistas de chistes y historietas de genios. Ahora sabía que los genios solo conceden un deseo y que se les ha de tratar con mucho tacto porque son muy susceptibles y siempre están dispuestos a hacerles alguna mala pasada a los mortales. Lo tenía claro: su deseo sería que quería 10 deseos. Después pediria nueve y el décimo sería tener diez deseos más! Se acomodó en la butaca y frotó la lámpara con mucho cuidado con un paño limpio. No tardó mucho en ver salir un humo blanquecino. Poco a poco fue cogiendo forma hasta que enfrente de él se materializó un hombretón de aspecto oriental.
–Que tengas un buen dia, amo! Te puedo conceder un deseo–dijo el genio.
–Que tengas un buen dia, genio! Mi deseo es que...
El genio no le dejó acabar. Se metió de nuevo en la lámpara maravillosa y se dispuso a pasar un dia inolvidable.
Friday, September 01, 2006
El camino del cementerio
Ya hace tiempo que los dos chicos, al atardecer, acostumbran a esconderse por el camino del cementerio. Saltan, corren y juegan. Detras de un árbol, entre los matorrales, se entretienen asustando a los últimos paseantes cuando se retiran a sus casas antes de que oscurezca. Son sustos sin importancia, sin maldad. Imitan el lúgubre aullido del lobo, estiran el vestido de una señora que pasa cerca de ellos o hacen una horrible mueca y sueltan una carcajada. Eso si, antes de que salga el sol, cuando comienza a puntear el alba, los dos chicos saltan la valla del cementerio, se adentran en las últimas sombras de la noche y vuelven cada uno a su nicho, entre risas y carreras, sin malícia, sin perversidad.
Toda una vida
Es verdad aquello que siempre se ha dicho de que antes de morir te pasa toda la vida por delante. Ella lo estaba experimentando percisamente en aquellos momentos. Tantos años ayudando a la gente, sobretodo a las mujeres. Ayudandolas a abortar cuando habían sido víctimas de salvajes violaciones. Ayudandolas a encontrar marido para que encontrasen alguna protección y dejasen de trabajar como esclavas. Ayudandolas en los partos, tantas veces mortales. Todos aquellos años intentando curar enfermedades para las que no se conocía remedio. Pero también había disfrutado de momentos de alegría, allá en lo más recóndito del bosque, por la noche, con sus compañeras, todas mujeres fuertes con ganas de enfrentarse a un mundo hostil, que las tenía marginadas. Un mundo primitivo y oscuro que no entendía, que no quería entender, nada de todo esto. Toda la vida le pasó por delante de los ojos en unos instantes, justo antes de que el hombre acercase la antorcha a la hoguera y el calor lo borrase todo.
El pantano
Estaba pescando como cada tarde en un rincón sombrio y escondido cuando oyó el primer ruido sospechoso. Acostumbrado a la vida en solitario, hacía muchos años que era capaz de identificar cualquier animal, cualquier habitante del lago sin ni tan solo tener que verlo, solo con oir sus pasos. Podía adivinar que estaba pasando bajo el agua solo por el cambio en la tonalidad de la superficie. Había muy pocas cosas que le asustasen, pero esta vez se puso en guardia. Había intuido una amenaza real. A unos doscientos metros, en un lugar que parecía una playa, un grupo de jovenes había plantado una tienda de campaña y comenzaba a hacer jaleo. La radio sonaba con voz atronadora. Cogió las cuatro carpas que había conseguido atrapar, se dió impulso con la cola y desapareció bajo las verdes y oscuras aguas. Los primeros turistas habían llegado, también aquí, a la Laguna Negra.
Afortunado
La cita
Era evidente que estaba nervioso. Hoy era el dia de la cita definitiva, una espléndida mañana de la primavera de 1976. Hacía unos dos meses, la misma tarde en que se conocieron gracias a un viaje de esos a los que ella era tan aficionada, los dos supieron que tenían que estar juntos. Después de diversas citas había llegado la hora de la verdad. Ahora el chico se sentó en un banco de la plaza donde se habían visto por primera vez y se dispuso a esperarla. Tenía dudas, no se puede negar. El paso era mucho más importante para ella que para él y por un instante pensó que quizá no se presentaría, que no habría tenido valor para romper con todo. Entonces, en el minuto exacto en que habían quedado, vió como se materializaba frente a él la máquina del tiempo, como se habría la puerta y como salía ella con aquella sonrisa. Se abrazaron muy fuerte. Ahora ya estaban juntos, esta vez para siempre.