Bala de plata

Estos microcuentos del Hombrecillo del Futuro se publicaron por primera vez en el diario AVUI de Barcelona, en el planeta Tierra, durante los meses de julio y agosto del año 2006 D.C.
Había dado dos o tres vueltas de campana, antes de que el coche se detuviera contra un árbol. Pero había tenido suerte. No se había roto nada, no le dolía nada, aparte del pie, que lo tenía atrapado entre los hierros del coche. Comenzó a pensar en lo que ocurriría ahora. Estaba oscureciendo. Su mujer no tradaría en dar la voz de alarma al ver que no llegaba y empezarían a buscar. Quizá no lo encontrarían esta misma noche, el coche había quedado apartado de la carretera y se necesitaría la luz del dia para verlo, pero incluso en esto había tenido suerte. Nadie muere por pasar una noche del mes de julio a la intemperie. Todavía más suerte: Justo a su lado había ido a parar una botella de refresco que le permitía ir dando algún trago de vez en cuando, y una manta que llevaba siempre en le coche también había quedado a su alcance. Solo era qúestión de esperar. Se relajó y una vez más sonrió al saberse tan afortunado. De repente oyó un ruido. Giró la cabeza y vió aquellos ojos amarillos, aquellos dientes blancos. Detras de él habían dos o tres más. Era un dia de suerte...para los lobos.
Estaba seguro de que podía ganar en dos o tres jugadas. Su oponente tenía la dama desprotegida y había perdido los dos álfiles. No tendría ninguna dificultad en hacerle un jaque fulminante. Realmente no tenía enfrente un rival especialmente hábil, aunque pensaba muy bién los movimientos y sonreía ampliamente de vez en cuando. La partida tenía lugar en un teatro y era agradable ver al público que no podía evitar hacer comentarios a pesar de que se rogaba silencio. El jugador se dejó matar una torre y perdonó el caballo de su oponente. Tampoco se trataba de acabar demasiado pronto la partida. Se estaba muy bién allí, rodeado de gente y el autómata no tenía ninguna prisa por volver a la caja de vidrio, detrás de las cortinas.